viernes, 29 de noviembre de 2013

Siempre llevaré un troncha cadenas: El Monte de El Pardo

Ruta por el monte de El Pardo
Siempre llevaré un troncha cadenas cuando haga una ruta larga. Esto deberíamos haber copiado 100 veces cada uno el sábado 23 de noviembre. Pero ya llegaremos a ello, no adelantemos acontecimientos.

Los entrenamientos en la Casa de Campo empezaban a resultar monótonos así que decidimos buscar nuevas rutas. Y he aquí que me encontré con el Monte de El Pardo. Una zona boscosa de unas 16.000 hectáreas  al norte  de Madrid y a un paso de la estación de Pitis. El Manzanares cruza el bosque creando un paraje  muy bello en el que puedes encontrar múltiples rutas de diversa dificultad. Nosotros elegimos una moderada, aunque creo que no la seguimos bien. 

El embalse de El Pardo era el objetivo de nuestra ruta. El primer inconveniente, pequeño, pero un poco molesto es que parte del bosque está  vallado para la protección de aves, por lo que tuvimos que desviarnos por la Carretera del Pardo durante 1km más o menos. Una vez atraviesas una "puerta" blanca podemos dar por empezada la ruta. 

Comenzamos con un descenso suave pero prolongado, en ocasiones nos tuvimos que bajar de la bici ya que las pendientes se convertían en unas trialeras y decidimos no arriesgar. El sube y baja es constante durante todo el recorrido. Una vez alcanzada la presa, comenzamos la vuelta por unos senderos estrechos al lado del río, sin duda, la mejor parte y más divertida en mi opinión. La dificultad es bastante menor ya que no hay rompe piernas y se disfruta de la bici y de la naturaleza.

Tras la parada para comer en El Pardo continuamos la vuelta por caminos más amplios hacia Madrid. Hacia el final, una vez  pasado el complejo deportivo hockey Somontes vuelven a aparecer varias subidas más duras hasta que vuelves a encontrarte con el muro del comienzo. Tuvimos suerte porque encontramos una apertura más o menos rápido, pero no sé si habrá muchas repartidas por el muro, no me dio esa sensación pero no puedo asegurarlo. Así llegamos a  Fuentelarreina desde donde bajamos a ciudad universitaria y desde allí cada mochuelo a su olivo.

Ahora viene lo divertido, ahora contaré todos los percances (buscados y no buscados) que nos pasaron durante nuestra ruta por El monte de El Pardo.

Comenzamos la ruta con espíritu aventurero pero al poco de pasar por debajo de las vías del tren, mi cadena dio el primer aviso de todo lo que vendría a continuación. Este primer percance me hizo pensar que tendría que abandonar nada más empezar, ya que la cadena se había salido y por alguna razón no quería volver a entrar. Pero por suerte lo solucioné con ayuda de Tito.

Continuamos la ruta, atravesando la puerta blanca y elegimos uno de los múltiples senderos que había. Así llegamos al mirador de Valpalomero I desde donde hay una maravillosa vista de toda la zona.

 En el mirador de Valpalomero 

Reparando bici de Pica
Como mencioné al principio, nuestro objetivo era el Embalse de El Pardo y llegamos a él, pero no de la manera que queríamos. En un cruce de caminos tuvimos que decidirnos y tomamos el camino equivocado. Así, en lugar de acabar con las bonitas vistas que ofrecería el embalse, acabamos con las del cementerio de El Pardo. Durante este camino sufrimos algunos percances, José estaba preocupado porque su bici no frenaba lo suficiente y Pica tenía problemas con su rueda que con el traqueteo del terreno se torcía y rozaba con la bici lo que le frenaba en exceso. Tras varios arreglos, ambos problemas quedaron solucionados.


Tras la pequeña decepción de no ver el embalse nos acercamos al río, a falta de pan... Bordeamos el cauce por un sendero, pero a los pocos metros se acabó en la misma orilla del Manzanares. No sé en qué momento, ni cómo surgió la idea, ni por qué alguien dijo " ¿y por qué no lo cruzamos?" Todo empezó con el postureo, como bien calificó José, de hacernos una foto como si hubiéramos cruzado el Manzanares. 

En el río Manzanares
Pero la tentación iba en aumento y el afán aventurero o la inconsciencia o ambas cosas, aun no lo tengo claro, nos hizo cruzar el charco. Tito iba el primero tanteando el terreno seguido por Pica y Miguel. Mientras José y yo hacíamos fotos y grabábamos  por si inmortalizábamos algún video de primera. A medida que Tito y Pica avanzaban por las piedras, crecía la expectación a nuestro alrededor. Varias personas nos miraban atónitas y se quedaron a ver el espectáculo, esperando sin duda algún remojón. 

Aunque Tito intentó reconstruir el camino con piedras no pudo evitar mojarse los pies, al igual que Pica. Asique de perdidos al río terminaron de cruzarlo por el agua, olvidándose de las piedras. Este es el momento de decir que la profundidad en este tramo es de apenas 15cm. Visto que era imposible cruzar sin empaparse los pies, Miguel tomó la decisión más acertada en mi opinión (aquí hay controversias dentro del grupo) de cruzar descalzo. ¿Se congeló los pies? Sí. ¿Sus maldiciones se oían desde el otro lado del monte? Puede ser (las de José también y llevaba las deportivas) Pero mientras los demás continuamos el camino con los pies húmedos, él los llevaba secos y eso no tiene precio.

Cruzando el río Manzanares
Llegamos a El Pardo para comer y como empieza a ser ya una costumbre, tras llenar el estómago, se levantó un viento bastante frío. Para que no nos ocurriera lo mismo que en la etapa de Manzanares el Real, comenzamos rápido la vuelta. Pero no iba a ser tan fácil. En el tramo que mejor ritmo llevábamos, menor dificultad había y nos veíamos en casa poco tiempo, pinché.  Suerte que Miguel llevaba cámara de repuesto y no tuvimos que parchear, hecho que nos hubiera llevado más tiempo. Pero aún faltaba lo peor, faltaba que ocurriera lo que ha dado título a este post.

Tras llegar al centro deportivo hockey Somontes, tuvimos que cruzar la carretera de El Pardo, ya que como descubrimos durante el recorrido muchos caminos acaban en verjas y muros o en su defecto en el Manzanares. A partir de aquí comienzan nuevamente algunas subidas potentes, pero las íbamos pasando. El sol empezaba a descender rápidamente y no queríamos quedarnos a oscuras en mitad del monte pero entonces ocurrió. Nada más cruzar la M-40 la cadena de Pica no pudo más y se partió. He de reconocer que en ese momento me reí, ¿Qué más podía pasarnos en un día?

Buscamos sin éxito el eslabón de la cadena que había saltado. Tito tenía uno de repuesto, pero sin troncha cadenas no había nada que hacer. Cada vez había menos luz así que tuvimos que abandonar a Pica a su suerte... jajaja. Es broma. Continuamos  a pie lo que quedaba de camino, tan solo subíamos a la bici en los descensos para avanzar. Al final llegamos al muro cómo he dicho antes y por suerte encontramos una apertura que nos devolvió a la civilización.

Dificultad: 3,2 sobre 5

Mario Valera





miércoles, 27 de noviembre de 2013

Probando fuerzas: Madrid-Manzanares el Real

Ruta Madrid - Manzanares el Real
El pasado día 9 de Noviembre como es habitual, decidimos hacer nueva ruta: desde Madrid a Manzanares el Real, ruta que no pintaba nada mal.

Habíamos leído sobre la ruta y el carril bici, indicando que es una de las más seguras de la Comunidad de Madrid, cosa que no se equivocan, es un recorrido de unos 35 kilómetros a lo largo de un carril totalmente asfaltado , bien indicado y protegido de la carretera M-607 con unos muros de hormigón o vallas.

El tipo de desnivel los primeros 10 kilómetros no suponen ningún problema ya que apenas existe mucha diferencia, pero a partir de El goloso los desniveles cada vez eran más pronunciados, como es normal, Manzanares el Real está a una altura mucho mayor que Madrid y la subida es bastante progresiva. Llegando a Colmenar Viejo las subidas y bajadas tan seguidas se convierten un poco en tortura, pasando ya el kilómetro 25 hay una bajada bastante agradable hasta llegar al desvío para girar hacia Manzanares pasando por el camping de la Fresneda una vez allí, existe un camino que te acerca hasta el mismo embalse de Santillana.


Una vez contado un poco sobre la ruta ahora toca hablar sobre mi experiencia en ella:

Para empezar físicamente ese día no me encontraba muy bien, pero tenía ganas de hacer esta ruta ya que me gusta mucho el tema de montaña-río y esta ruta tiene unos paisajes muy bonitos de los que se pueden ver animales salvajes, principalmente aves entre ellas rapaces como el Buitre Negro o el Milano.

Salimos de Montecarmelo después de pasar por el supermercado, desde allí conectamos con un carril bici que deja al lado el Anillo Verde por ahí avanzamos hasta llegar a la carretera donde un puente te permite acceder al carril bici de Colmenar Viejo a partir de ahí todo era bastante sencillo, casi todo llano, alguna subida de vez en cuando y pasados unos 4 kilómetros hay una bifurcación a ambos lados, para continuar nosotros seguimos por el de la izquierda dirección El goloso.

Carril bici pasado Tres Cantos

Una vez pasados los 10km Pica y yo ya nos habíamos disgregado un poco del grupo, no queríamos dejar que la media bajase e íbamos a una velocidad de unos 21km/h en llano y unos 15km/h en subida manteniendo una media de unos 19km/h. Quizás íbamos más rápido de lo habitual pero queríamos medir resistencia para mejorar nuestra condición, pero el problema iba a llegar enseguida, una sucesión de subidas y bajadas muy continuadas nos iban a empezar a pasar factura; la media bajó y las fuerzas eran menores, seguimos avanzando hasta llegar a un punto donde podíamos reponer las fuerzas perdidas y así poder continuar con el grupo al completo.

Al poco tiempo de esperar en el descanso vimos que Miguel llegaba y se unía de nuevo a nosotros, todos comentábamos lo desmoralizante que era esa parte del camino a la altura de Colmenar Viejo. Un poco después llegaba Mario con José a su lado y coincidían con nosotros en que era peor de lo que pensábamos, una vez que repusimos fuerzas volvimos a la carga todos juntos de nuevo, pero algo daba mala espina y es que cuando estábamos descansando, en el sentido contrario varios ciclistas bajaban a toda velocidad lo que no podía indicar otra cosa que una gran subida.

Pasamos debajo de un puente y efectivamente nos encontramos una subida pronunciada y bastante larga. Mientras subía, he de reconocer que pensé muchas cosas pero entre ellas que si me estaba costando tanto esta cuesta, como iba a poder con las del puerto de Navacerrada cuando lo tengamos que cruzar en el Camino de Santiago, e incluso llegué a pensar en bajarme de la bicicleta.

Después de ese mal trago sumado a mi estado físico que apenas podía respirar llegamos a una zona bastante agradable, solo tuvimos que subir un puente y alguna pequeña cuesta pero sin importancia, y llegando a los 25km era casi todo cuesta abajo hasta llegar al desvío que va hacia Manzanares el Real.

En el desvío se nos acabó el carril bici y tuvimos que ir en fila india en el arcén de la carretera hasta llegar al embalse de Santillana donde veníamos de grandes bajadas que nos habían recuperado totalmente. Una vez en el embalse, descansamos para comer y echar fotos para el recuerdo. Hay veces que lo que dices te suele pasar factura y creo que a Miguel le pasó, comentó a la hora de comer que el Anillo Verde era más duro que esta ruta.

Descanso en el embalse de Santillana

Después de reponer fuerzas y de reposar la comida con un poco de sol que nos ofrecía el día parece que como si de una película se tratase, empezaba el detonante de lo peor de la ruta, empezó a soplar un viento frío que prácticamente nos invitó a largarnos de ahí y ya que estábamos al lado de Manzanares el Real, propuse acercarnos para echarnos una foto en el castillo de los Mendoza, sinceramente creo que fue una de las peores decisiones de ese día ya que los 5 kilómetros que nos separaban del castillo nos parecieron interminables, el viento en contra, los coches pasando constantemente y el frio llegaba.

Nada más echarnos la foto en el castillo, cosa que ni se aprecia, salimos de allí lo más rápido que pudimos pero a partir de aquí el camino para Miguel se iba a convertir en un calvario; se quejaba del cansancio en las piernas el problema de los cambios de su bicicleta, pero no había tiempo para parar, las horas de luz eran cada vez menos y teníamos que irnos de allí si o si, así que salimos lo más rápido que pudimos y creo que el miedo a tener que volver sin luz y el frío nos empezó a poner un tanto nerviosos.

Al llegar de nuevo al carril bici, Pica y yo volvimos a disgregarnos del grupo pero esta vez no era para mejorar la media sino para que no se nos acabase la luz, seguido a nosotros venía Mario y José, pero el problema era que a la bicicleta de Miguel no le reaccionaban los cambios y tenía que subir las cuestas en la marcha más dura sumado a su cansancio hizo que se retrasara. La luz se acabó y apenas se veía nada, solo lo poco que podían iluminar las luces de la bicicleta por lo que decidimos parar para que el grupo se uniera, pero el frío no nos iba a dar tregua y nos iba a hacer que la espera se nos hiciera casi eterna.

Pasada la espera, Miguel apareció entre la oscuridad y seguimos el camino dando todas las fuerzas para poder llegar, dimos por imposible llegar al punto de inicio e intentamos llegar hasta la estación de cercanías de Cantoblanco. Pero sin luz y con el frío decidimos ir directamente a la estación de El goloso donde nos montamos en el tren y dimos por terminada nuestra ruta a los 76 kilómetros en total y hasta la próxima semana.

En general la ida quitando la parte cerca de Colmenar Viejo fue bastante buena, es más, incluso todos teníamos bastantes fuerzas, pero la vuelta sumada a las inclemencias del tiempo se nos hizo realmente interminable ya que no recordábamos que tuviésemos que subir tantas cuestas a la vuelta aunque la verdad es que la vuelta con las ganas de llegar la hicimos en muy poco tiempo.

Es una ruta que es preferiblemente hacerla en primavera o si es en época de frío (la pena es que fue la semana siguiente a la que fuimos es cuando nevó y no disfrutamos de las montañas nevadas) por la mañana temprano y con ropa de abrigo.

ESCALA DE DIFICULTAD (SOBRE 5): 3.6


Tito Navas.






martes, 26 de noviembre de 2013

Un escalón más: Anillo verde de Madrid

Tras varios fines de semana adquiriendo experiencia en Casa de campo, decidimos poner a prueba la resistencia del grupo, y nos encaminamos hacia nuestro nuevo reto: el anillo verde ciclista de Madrid. 

El Anillo Verde consiste en rodear Madrid entre la M-30 y la M-40 recorriendo una distancia de 64 km. Normalmente se circula por un carril bici, habiendo que abandonarlo en ciertos momentos para alcanzar el siguiente, y el recorrido está señalizado por postes naranjas que aparecen cada x tiempo durante el camino.
No era algo que pillase a todo el mundo de nuevas, pues Tito y Miguel ya lo habían hecho unos meses atrás, sin embargo, 64 km no son ninguna tontería.

Ruta Anillo Verde ciclista de Madrid


El recorrido puede realizarse partiendo desde el punto que se deseé, pues como consiste en rodear Madrid, el objetivo es llegar al mismo sitio pero por el otro lado. En nuestro caso, decidimos iniciar la ruta desde Casa de Campo y seguirla en el sentido de las agujas del reloj. 

Partiendo de esta zona los primeros kilómetros son bastante asequibles y con un paisaje más bien agradable, teniendo incluso en algún momento el río Manzanares al lado. Quizá lo único que pueda dar algún mínimo quebradero de cabeza sean los puentes que hay que cruzar, teniendo alguno un poco de subida y, en ocasiones, habiendo que realizar giros cerrados para coger alguno de ellos. 

Tras esto, el camino nos adentra en zonas más habitadas, y comienzan unos cuantos minutos de subida cada vez más prolongada. No es horrible pero si puede ser matador, así que paciencia y tenacidad. Esto se culmina con una gran subida que hará que el ciclista tenga que dar todo de él. 

Una vez superada esta parte, nos espera un trayecto mucho más tranquilo hasta Montecarmelo, y de aquí un trayecto también más o menos cómodo, con alguna subida y bajada y pasando por zonas como Las Tablas o Campo de las naciones hasta Estadio Olímpico, que se encuentra más o menos a la mitad del recorrido.

Un poco más adelante de aquí nos encontramos un corto periodo de subida - bajada, y según nos acercamos a Moratalaz, una zona de zigzagueo.

Llegando ya a la zona sur de Madrid, hay que señalar dos zonas que pueden dar problemas, lo demás es algo asequible y en muchas ocasiones se trata de un recorrido agradable. Estas dos zonas son: En Carabanchel Alto, San Francisco, donde hay un par de cuestas que nos hacen sacar lo mejor de nosotros para superarlas, y el último gran reto, la subida final hasta casa de campo. Una vez hecho esto, nos adentramos en Casa de campo donde realizamos los últimos kilómetros hasta ya completar nuestro viaje.

Una vez hablado del recorrido, voy a relatar mis sensaciones:

Se trataba de un gran reto para mí, pues soy el que menos experiencia tiene, y había empezado a coger la bici tan solo 6 días antes. Sin embargo, me armé de valor y me reuní a las 11:30 con mis compañeros en Madrid - Río de Príncipe pío. La primera buena noticia que tuvimos, es que el riesgo de lluvia se quedó solo en eso, regalándonos un día nublado, lo mejor para montar en bici (cuando no hace excesivo frío, porque si el día de manzanares hubiese paso lo mismo seguramente le habrían vuelto en las bicis 5 pingüinos en nuestro lugar.

Al principio todo fue muy bien. Sin embargo, algo me llamaba la atención. Miguel iba demasiado atrás, lo cual me dio a pensar que, como él ya lo había hecho, se reservaba para una zona complicada que quizá en poco tiempo se pusiese en nuestro camino. Esto hizo que en más de un momento estuviese intranquilo. 

Cuando llegamos a la zona de los puentes tuve un pequeño percance al derrapar por tomar muy rápido un giro para subir un puente, lo cual hizo que lo cruzase de pie. Al llegar al final me encontré a mis compañeros hinchando rueda. Empecé a sentir mareos y nauseas (cuando en clase de Educación física os dicen que no paréis el ejercicio bruscamente, hacer caso y caminar...), y, recordando fantasmas del pasado, temí que mi viaje hubiese terminado. Sin embargo, tras sentarme un par de minutos me recuperé y pude continuar sin problemas.
Parada en Estadio olímpico
Nuestro destino era, por el momento, Montecarmelo. Pues pensábamos comprar allí la comida que ya tomaríamos más adelante. Sin embargo, destacar que unos km más atrás una cuesta infernal casi pudo conmigo. Para colmo me había quedado solo porque un semáforo me obligó a pararme. 

Tras un aquarius que me dio la vida y la compra en el supermercado, proseguimos la marcha por una zona más o menos asequible, y que cada vez se hace más llevadera, sobre todo cuando empiezas a ver la peineta a lo lejos, en nuestro caso, el sitio elegido para comer.

Siguiendo las indicaciones del Capitán Navas (Tito), basamos la comida en bocadillos y plátanos. Aprovechamos de paso para grabar las impresiones del grupo. 

Cuentakilómetros tras hacer el Anillo Verde
La parte que realizamos al reanudar la marcha (salvo una zona de subida-bajada) me pareció la más asequible, además de ser donde más juntos fuimos. Cuando me quise dar cuenta había realizado 40 km, y los 7 y 8 siguientes también resultaron rápido.

Llegando a Carabanchel Alto en el metro San Francisco nos encontramos con la temida cuesta (preguntarle a Mario), esa que Miguel nos vino advirtiendo tiempo atrás. Pero estábamos ya ahí, no se nos podía resistir. Al terminar la subida pregunté: "¿Ya ha pasado lo peor?", y Miguel dijo: "Sí", por lo que Mario y sobre todo yo, ya nos las prometíamos muy felices. Sin embargo, aun quedaba lo último, una subida eterna y mortal hasta la casa de campo. 

Mirando hacia arriba pude ver a Pica de pie en la bici terminando de subir cuando yo la empezaba, y piropeándole diré que parecía un ciclista profesional. La subida fue horrible, pero los gritos de ánimo de Tito y mis ganas hicieron que me plantase arriba. Una vez superada, solo hubo que pedalear los último kilómetros por dentro de la casa de campo para llegar a nuestro destino.

Lo habíamos conseguido. Tanta es nuestra seguridad que cuando llegamos no hubo fiesta ni celebración. Tan solo un gesto de aprobación por parte de todos. 

Con el trabajo hecho, fuimos al centro comercial de Príncipe Pío a ver el Barça - Madrid. Mención especial para Miguel, que nos invitó a pollo en el Kentucky. Enorme gesto.

ESCALA DE DIFICULTAD (SOBRE 5): 3

José Antonio Lage





lunes, 25 de noviembre de 2013

Prueba vital: Vueltas en Casa de Campo


Llegó el día esperado, después de varias quedadas en las que no pudimos estar los cinco, el 19 de octubre nos reunimos para comprobar si estábamos preparados para poder hacer la siguiente semana el Anillo Verde; por primera vez en el caso de unos y por segunda vez en el caso de otros.


El escenario: la Casa de campo de Madrid, un lugar pintoresco con diferentes tipos de terreno e infinidad de combinación en las rutas, lugar idóneo donde aprender a montar en bici, dar un paseo o entrenar con pocos kilómetros. Nosotros elegimos una ruta más terrestre que de asfalto, queríamos poner a prueba nuestra resistencia en una de las rutas que bordean el pulmón de Madrid.

Ruta principal y secundaria de Casa de campo

Cada vuelta tiene un total de unos 15km aproximadamente por lo que es recomendable realizar más de tres para un ejercicio completo de fuerza y resistencia. La ruta principal está marcada en verde en el mapa y una ruta secundaria con la mitad de kilómetros en amarillo.

El inicio de nuestra ruta empieza en la entrada que hay en Madrid Río hacia la Casa de campo, una vez cruzada una fuente empieza un camino de asfalto hasta llegar a una barrera que prohíbe el paso a los vehículos motorizados. Para poder cruzar el Lago  de la Casa de campo sin tener que ir en dirección contraria por la carretera, se accede a un camino de tierra al otro lado de un puente en ruinas a la altura de la barrera.

Camino de tierra al lado del puente en ruinas
Una vez ahí circula por un pequeño valle que discurre paralelo a la carretera pero a una altura inferior una vez terminado el camino de tierra se llega a una glorieta a la altura del metro de Lago, esta es la última vez que se tiene contacto con vehículos motorizados. Siguiendo de frente pasando la glorieta existe un camino asfaltado que llega hasta el final de la casa de campo, pero esta ruta discurre paralela al asfalto por un camino de tierra que linda con el Arroyo de Meaques, ahí se aprecia un paisaje arbolado con subidas y bajadas mínimas que hacen muy placentero el camino. Pasados unos dos kilómetros se puede observar que a la izquierda está el Parque de Atracciones de Madrid en el que se pueden escuchar los gritos en las atracciones. Seguidamente y una vez pasado el parque, se cruza por un puente que nos acerca a la ruta del Anillo Verde y que pasa por el Zoo Acuarium de Madrid dejándolo a la derecha.

La ruta continua de frente discurriendo al lado del arroyo hasta el punto en el que empezamos a ver la tapia de la Casa de campo que da la opción de girar a la derecha y cruzar un puente y donde hay una plazoleta con un olivo en medio. A partir de ahí, la ruta vuelve a continuar todo recto pegada al muro, esta parte nosotros la llamamos coloquialmente “El Rompepiernas” básicamente porque es un tramo de unas siete cuestas hacia arriba muy pronunciadas por camino de tierra, hay que destacar una de ellas que es la que hay antes de llegar al aparcamiento que hay en la Puerta de Rodajos. Pero no todo son cuestas arriba, después de la Puerta de Somosaguas comienza una de las mejores bajadas de la Casa de campo hasta el Portillo de Pinos, donde después continua por la carretera del Teleférico pasando por el Pinar de las siete Hermanas y desde ahí sin pérdida hasta llegar de nuevo al lago.

Arroyo de Meaques
La ruta más corta parte del mismo sitio, pero por el camino asfaltado hasta llegar a la glorieta de la encina, donde continúa hacia la derecha hasta entrar en un camino de tierra donde más adelante nos encontramos rodeados de pinos. También pasa por el monumento al Sagrado corazón de Jesús un lugar con encanto donde hay un pequeño jardín y donde los pájaros comen de tu mano. Una vez pasado el monumento el camino llega al Portillo de pinos donde vuelve a ser el mismo camino que la ruta principal.

Una vez contado sobre la ruta ahora toca hablar sobre mi experiencia en ella:

Empezamos con muchas ganas la ruta, ya la habíamos hecho cuatro de nosotros pero nos faltaba Pica que se incorporaba por primera vez, salimos desde nuestro punto de parida habitual en el Puente del Rey  en la entrada a la Casa de campo de Madrid Río.

Una vez puestos en marcha empezamos a pedalear fuerte, pero enseguida íbamos a tener el primer contratiempo, al minuto de empezar, intentando evitar a los transeúntes del parque, nos subimos con las bicicletas a un camino de tierra al lado del asfalto con la mala suerte de que Mario no tomó bien la entrada al camino lo que hizo que su rueda pellizcara y patinara tirándole al suelo. Mario se resistió a caerse pero después de varios saltos e intentos de mantener el equilibrio cayó, unos instantes un tanto agobiantes ya que la gente se acercó a ver lo sucedido así como una patrulla de policía en moto que nos ofreció ayuda.

Después de un tiempo de recuperación y de curar sus heridas (desde ese momento decidimos usar siempre el casco y llevar botiquín) continuamos con nuestra ruta, con un ritmo bastante bueno pero con un comienzo así no auguraba un buen final.

Éramos conscientes de que el “Rompepiernas” estaba por llegar así que de uno en uno fuimos cruzando las subidas hasta llegar al primer descanso en el aparcamiento de la puerta de Rodajos pero el plan que nos tenía preparado el destino ese día no iba a terminar, así que al incidente mencionado, había que sumarle un segundo, al final de la cuesta antes mencionada, José no creía que pudiese aguantar una vuelta más y el problema era que no había desayunado por lo que se le agotaban las fuerzas.

Pasados unos minutos de recuperación para José continuamos con nuestra ruta prevista hasta completar la segunda vuelta, pero de nuevo otro infortunio aparecía: 

Antes de llegar a la altura del parque de atracciones, hay una zona junto al arroyo en la que se pueden hacer saltos en bicicleta así como algunas bajadas y subidas divertidas. Como ya lo habíamos probado una vez, decidimos volver para que Pica lo viera, yo iba primero seguido de Miguel, pasamos la primera sin problemas, la segunda igual, pero me decidí a probar una tercera mucho más empinada donde me dio un poco de impresión pero que la pude solventar, Miguel también quiso probar pero con la mala suerte de que solo le funcionaba el freno delantero, lo accionó e hizo una yegua cayendo al suelo. Con palabras que suele usar Miguel podríamos describirlo como una situación bastante “Grotesca”.

Volvíamos a echar en falta el botiquín y volvíamos a echar en falta el casco, era un caso excepcional, nunca había pasado esto y tan de seguido, pero habíamos ido a entrenar y Mario  con su abdomen bastante raspado y Miguel con su rodilla y mano de igual manera, sacaron fuerza de voluntad y seguimos el entrenamiento.

Vistas de Casa de campo y Madrid desde el Teleférico


Kilómetro a kilómetro fuimos avanzando pero ya por la ruta secundaria para evitarnos por tercera vez el “Rompepiernas” sabiendo el estado en el que se encontraban los heridos.

Fue una ruta para que nos diésemos cuenta de los problemas que nos pueden surgir, un día para aprender, y que mejor que pasara en entrenamiento que en el Anillo Verde o el Camino de Santiago. Unos 35-40 km en total que como ya he dicho sirvieron de experiencia futura pero que aún así estábamos dispuestos a hacer el Anillo Verde el siguiente sábado.

ESCALA DE DIFICULTAD (SOBRE 5): 2.3


Tito Navas




domingo, 24 de noviembre de 2013

Un año de Km. de bicicleta

Suena lejano, pero ya ha pasado un año, más de 365 días que empezó la iniciativa de coger la bici, El día 17 de noviembre de 2012, en el día del cumpleaños de Miguel, decidimos celebrar un día como tal en un reencuentro de amigos en bicicleta.

Un día lluvioso, demasiado para ser sinceros, no nos importó calarnos para disfrutar de un día de bicicleta por Madrid Río, fueron pocos kilómetros pero como el tiempo no acompañaba el carril bici estaba libre de peatones y se nos hizo bastante ameno.

De los 10km del primer día pasamos a los 18km en la Casa de Campo después 25km, hasta que nos decidimos a dar un gran paso con los 64km del Anillo Verde  de Madrid. Los 64km del Anillo Verde, fueron decisivos para saber si estábamos preparados para hacer la ruta de Madrid-Toledo y donde definitivamente le cogimos el gusto a la bicicleta.

Pero esto no termina aquí, una nuevo reto apareció de manos de Antonio (Pica) que en el verano de 2013 propuso algo que realmente nos fascinó a todos: “Hacer el camino de Santiago en Bicicleta” y claro está, nuestro duo compuesto por Miguel y Tito, pasó a ser un grupo de cinco amigos compuesto por Miguel, Mario, José, Pica y Tito.

Como no todos estábamos en la misma forma, hemos tenido que empezar casi de cero para poder ponernos todos al mismo nivel, y aquí el motivo de este blog, para contar nuestras rutas, experiencias, anécdotas… que vivimos en cada sábado de entrenamiento para poder realizar el Camino de Santiago.

Espero que podáis disfrutar con nosotros tanto como nosotros disfrutamos de nuestras salidas con este vehículo de dos ruedas.


Tito Navas.




Si queréis ver los viajes a Toledo y el Anillo verde podeis hacerlo desde aquí: